DIVERSIDAD GENERACIONAL
Vivimos tiempos convulsos, llenos de cambios y sorpresas. Pero esto no es una razón suficiente para que no exista coherencia entre lo que se dice y se hace y menos que se publicite lo contrario.
Se promulga a los cuatro vientos en el mundo empresarial, (probablemente para mostrar una buena RSC), la diversidad generacional, la necesidad de evitar sesgos, la importancia de contar con talento senior en las empresas y el servicio al cliente. ¿Y qué es lo que se practica? Me atrevo a decir que no se practica. Me refiero a valorar la experiencia, el saber hacer, la creatividad genuina (la que nace de la mente, no del copipega de internet).
Hace años el aprendiz de un oficio mostraba cierta admiración por su maestro, estaba atento a la transmisión de la sabiduría que había adquirido con la experiencia. En cambio, hoy se puede observar rostros de hartazgo al escuchar “al abuelo cebolleta” y faltas de respeto al estar simultaneando el uso del móvil cuando otro habla.
¿Qué sucede en la actualidad? Tal vez la juventud cree que lo sabe todo y lo que no, que lo puede encontrar en internet. ¿Son invisibles las personas que no aparecen en Instagram o Tik Tok?, ¿no tienen nada que aportar porque no lo pregonan a los cuatro vientos? Probablemente, hay una creencia generalizada de que la sabiduría está en mano de los influencers y el que no se muestra, o no es “cool” o no existe.
La sistemática es la disciplina que trata de la armonía y la eficacia en los sistemas y una de sus leyes es la Prevalencia, que se refiere a que que llegó antes a un sistema, tiene prioridad.
EL VALOR DE LA EXPERIENCIA ]
¿Dónde ha quedado el valor de la experiencia? La experiencia es conocimiento aplicado, errores cometidos y las correcciones realizadas.
Hoy, a nivel intelectual se conoce mucho, dado que la información está disponible a un golpe de clic, pero esto no implica sabiduría. La sabiduría requiere un proceso de cocción lenta, donde la puesta en práctica de acciones genera unos resultados y una mezcla de emociones que, bien analizados, son útiles para acertar la próxima vez.
La experiencia tiene un valor que debe ser reconocido y pagado. Cuántas veces se ha escuchado en las empresas, “por tu sueldo contrato a dos”. Y esto no afecta solo internamente a las empresas, sino también a su relación con los proveedores. Si bien las grandes empresas ganan cada vez más, quieren pagar cada vez menos. Y un whisky añejo no puede costar igual que uno de 5 años.
Precisamente en el sector del asesoramiento y la consultoría, la experiencia es un factor clave para acertar en los procesos y para conseguir los objetivos de manera más eficiente. Sin embargo, un sesgo que considero que existe, es que los mayores no están en línea con las modernidades tecnológicas (porque hoy la tecnología es la reina), lo que hace que, en ocasiones, se excluya a consultores entrados en años, como si no pudieran reinventarse, ya que aunque no lo puedan hacer en su edad, lo pueden hacer en sus actos.
Los conocimientos se pueden adquirir, la tecnología incorporar, pero la experiencia solo se puede vivir y esto requiere tiempo, aspecto que no se puede acelerar ni siquiera en la era actual de la inmediatez y la economía de la atención.
LA LEY DE LA PREVALENCIA ]
La sistémica es la disciplina que trata de la armonía y la eficacia en los sistemas y una de sus leyes es la Prevalencia, que se refiere a que quien llegó antes a un sistema tiene prioridad. Esto es así, porque considera que la experiencia es un grado y por ello debe ser reconocida y valorada. Sin embargo, hoy más que nunca, vemos que no se respeta a los padres, a los maestros y a los mayores.
El respeto implica reconocimiento y valoración. Y precisamente la experiencia merece ambos, porque no se puede imitar, entre otras cosas, porque los conocimientos se pueden adquirir, la tecnología incorporar, pero la experiencia solo se puede vivir y esto requiere tiempo, aspecto que no se puede acelerar ni siquiera en la era actual de la inmediatez y la economía de la atención.
¿Y dónde están las contradicciones y las hipocresías? Que se promulga algo y se hace lo contrario. Se venera lo último, lo novedoso y se ignora lo tradicional, se habla de diversidad y se actúa desde la homogeneidad que se logra por la influencia del marketing.
Se habla de experiencia cliente y cada vez más nos atienden chatbot y contestadores telefónicos que a la hora de pasarnos con un agente, misteriosamente se corta la comunicación. Además de que de cada vez más la tecnología excluye a personas mayores de poder utilizarla y la atención presencial se ha tornado en un lujo inalcanzable.
Se habla de diversidad generacional y las plantillas están rejuveneciendo a pasos agigantados y hasta los proveedores tienen que ser jóvenes porque quienes los contratan lo son, y tal vez sus sesgos no les permiten ver el valor de la experiencia. Se habla de personalizar los servicios y productos y lo que se consume es lo que está de moda, lo que consume la masa, que no siempre es lo que se necesita. Las modas son pasajeras porque se nutren de la apariencia, pero la esencia es la experiencia, por ello no renunciemos ni a una ni a otra, simplemente valoremos la diversidad de las aportaciones de cada una.
La diversidad requiere no despreciar la experiencia, sino apreciarla. La riqueza de la diversidad no está en excluir, sino en incluir. La verdadera atención al cliente implica dar el servicio que cada uno necesita. Pero lo más importante es no caer en la contradicción e hipocresía de promulgar lo que no se practica.